Teníamos casi tres años planeando un viaje a Disney. Habíamos impreso fotografías de los parques y empapelado una habitación de nuestra casa con las mejores imágenes. Sabíamos, exactamente, la ruta de cada parque y a cuáles atracciones iríamos primero. Mis hijos tenían claras las estaturas para subir a los aparatos. Hasta el menú, por cada tiempo de comida, estaba pegado en la refrigeradora semanas atrás.
Pero siempre faltaba algo… el dinero no estaba completo. Queríamos hacer ese viaje de los sueños, vivir miles de aventuras en familia, durante 15 días y sin deber un cinco a nadie.
Así que nos dimos a la tarea de buscar los mejores y más creativos mecanismos de ahorro para lograrlo. Aquí les comparto el resultado de nuestra creatividad:
1) Lo primero que hicimos fue definir muy bien nuestro objetivo. Luego investigamos, detalladamente, cuánto costaba su ejecución (pasajes, hospedaje, transporte, comidas, entradas, meriendas, compras, tiquetes, etc).
2) Una vez que tuvimos clara esa inversión compramos un chanchito, alcancía o cochinito. Y Durante tres años depositamos monedas de 100 y de 500 colones. En ese período, mis hijos realizaron presentaciones artísticas, ventas de limonadas, emparedados y todo lo que estuviese a su alcance para lograr el gran sueño.
3) Claro, mi esposo y yo hicimos nuestra parte. Decidimos recortar las comidas afuera. Y en cada antojo, solo bastaba con mirar las imágenes y decir NO. Sin embargo, guardamos el dinero, como si realmente hubiésemos hecho el gasto. Por ejemplo, si se nos antojaba un helado y esa salida nos costaría $50, simplemente, los guardamos en una cuenta llamada Disney. Una manera muy divertida de frenar nuestros antojos con un fin en mente.
4) Los aguinaldos para el sueño. En esos tres años no compramos regalos de Navidad ni la celebramos a lo grande. El 100 por ciento del aguinaldo se fue a la cuenta mencionada.
5) Ventas y más ventas. Los vecinos pensaron que nos mudábamos a otro país, pues hicimos varias ventas de garaje. Electrodomésticos, vajillas sin usar, ropa de cama intacta, juguetes viejos, zapatos, muebles que ya no me gustaban y hasta las herramientas de mi esposo quedaron en manos de algún vecino.
6) Mini Talleres. Todos somos hábiles en algo. Como soy periodista de profesión, invité a algunas amigas y les impartí talleres de redacción. Por su parte, mi esposo, hizo sus tallercitos de negociación. Únicamente, saca a relucir tus capacidades y alguien estará dispuesto a pagarte por eso.

Entre una iniciativa y otra logramos acumular US$6 mil. Y el gran tema fue ¿dónde lo guardamos? Eso no lo podemos tener en una gaveta. Nos dimos a la tarea de buscar mecanismos de ahorro en los bancos, que complementaran nuestros esfuerzos caseros, y nos generaran algún interés. La otra semana no se pierda el artículo “Divertidos Instrumentos de Ahorro en Bancos”.
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